domingo, 5 de diciembre de 2010

En las olas de Singapur

Llevamos ya varios días navegando hacia Singapur, esta vez si que estamos de vuelta, un poco apenados por no poder completar la vuelta al Mundo como teníamos pensado, pero las condiciones que tenemos, tanto como de tiempo como del mismo barco no son las más apropiadas para cruzar el Pacífico. Por otra parte nos vamos con una sonrisa que va más allá de oreja a oreja por haber podido conocer Filipinas, un sitio que hace plantearte que la forma de vivir a la que estamos acostumbrados no es la única que existe.


Ya por el norte de la isla de Borneo nos encontramos primero con un tronco. Lo esquivamos. Aparecen dos más. Los esquivamos. Aparecen unas manchas en el horizonte que nos hacen creer que son los lomos de unas ballenas, pero según nos acercamos vemos que son más troncos. Ya que hemos caído en el error, gritamos que hay unas ballenas por babor... la tripu tardó en darse cuenta de lo que estaban fotografiando eran tronquetes. Pero no tardamos en pasar de la broma a un auténtico campo de minas de troncos. Mirases donde mirases había troncos, tantos que podíamos hacer otro Galeón con ellos y tan grandes que el palo mayor lo podíamos hacer de una pieza... (si es que uno se queda agusto cuando exagera de esta manera). Pues así navegamos durante unas horas, con los prismáticos clavados en los ojos haciendo más eses que un borracho para no clavar uno de esos troncos por la proa. Nunca supimos de donde podían salir tanto tronco ya que estábamos a más de 50 millas de la costa.


Pues bien, arribamos por fin a Ruffles Marina, al Oeste de Singapur, después de atravesar toda la isla con más barcos que coches en el parking del Carrefour esperando a … simplemente esperando. Nada más llegar nos pusímos a trabajar sin parar, de sol a sol. Fueron unos días duros, a 37º a medio día, impregnados en pinturas de distintos tipos pegajosas como la miel, colgados como monos de las vergas y dejando el barco como recién salido de fábrica. Pero no todo fue trabajar, una noche hicimos barbacoa en el barco, invitando a quien se pasara, tocando la guitarra, bailando y comiendo y bebiendo lo imposible. Esa noche conocimos a un grupillo de amiguetes de distintos sitios de Europa con lo que salimos de marcha al cabo de unos días por el barrio árabe, acabando todos en el ático del piso de Alice, una del grupillo. Antes de salir esa noche nos dió por volver a pasar por China Town otra vez a recordar la comida china y a soltar las cuatro palabras que aprendimos en Shanghai. De ahi a Little India a cenar una recomendación de Alice. Una especie de crep relleno con pollo y queso que,según ella, no picaba, (siempre que tengas la lengua de hormigón armado) pero nosotros tubimos que cortarnos los labios y la lengua para seguir comiendo. Aprendimos también a comer como los indues, coger el trozo de comida con los dedos e introducirlo casi hasta el estómago directamente, sin rozar los labios. Creerme que funciona, que al final no pica tanto, o por lo menos no sientes los labios como si tuvieras 2 Kg de Votox en cada uno.


Un domingo nos fuimos a la isla de Sentosa a, principalmente, una piscina que crea una ola perfecta para hacer surf de forma contiua. La isla en si es un gran parque temático en Singapur que se utiliza como válvula de escape para los locales, con sus playitas, chiringuitos como el Café del Mar y atracciones de todo tipo. Pero nosotros fuimos directamente a la piscina. Al llegar entró el nerviosisimo, la ola era grande, muy grande y las caidas, todavía más majestuosas. Pero al final nos decidimos, pagamos y nos vimos con la tabla en la mano. Todo iba bien hasta que aparecieron tres profesionales que no hacian más que pegar brincos, chulearnos moviendose de lado a lado y humillandonos lanzándonos agua con la tabla, una sutil forma de escupirnos. Y nosotros no hacimos más que el payaso, nuestro estilo profesional, pegandonos talegazos cada vez más grandes y más ridículos según nos confiabamos. Recuerdo una caida en la que me arrastro el agua hasta la cresta de la ola, de ahí quede levitando durante un milisegundo que me pareció una hora y de ahí caida al vacío, cayendo de cabeza y entrando en un agujero de gusano tiempo-espacio a modo de lavadora que sin darme cuenta me dejó sentado en una piscina paralela donde te escupía la ola, pero que todavía no se como llegué allí. En las fotos, menos mal que solo se muestra un instante y se podría pensar que controlo, pero no es así, es el momento previo a la caida de “videos de primera”. Terminamos hablando con el propietario del local y preguntándole que como podíamos exportar su idea a España. Fácil, pagando.


Al día siguiente, agujetas, dolor en el cuello que se resolvió con un potingue de bálsamo de dragón y recordando lo bien que nos lo habíamos pasado y que todavía nos quedaba mucho trabajo por completar. Al final, de diez días que estuvimos, dos libramos, menos mal que en la marina teníamos piscina donde aprendimos a hacer la peligrosa voltereta hacia adelante, hacia atrás y enseñé como se hacia el “supreme”, una técnica depuradísima y complicada donde te dejas la nuez en el cogote.


El próximo destino, Galle, en Sri Lanka, paso a paso más cerca de casa.


lunes, 15 de noviembre de 2010

Leyte ... adios Filipinas

Y sin quererlo, estiramos unos días más en Filipinas atracando en Maasin, en la isla de Leyte, más concretamente en el Sur de Leyte. De todas las recepciones de bienvenida que hemos tenido, sin duda esta ha sido la más animada, se colaron un gran grupo de chavales en el barco, las niñas a proa, los músicos en el centro y a popa los chavales. El ritmo que metieron fué tan bestial que acabamos bailando al son de su coreografía. Al terminar de bailar volvió el fantasma de “picture?”, se agrupaban y empezaban a chillar como si fuesemos famosos... nunca entenderemos porqué se pensaban eso, muy rara sensación.

Que más contar... las vistas del hotel en primera linea y con el Galeón de fondo, casi casi se podían hacer las guardias desde el balcón tomando un ron.
De las guardias en puerto, agotadoras, entre fotos, guiar a la gente, responder cien veces a la misma pregunta, escuchar que nuestras narices grandes son muy bonitas (¿?)... Cada noche teníamos cena en frente del barco, cebandonos hasta volver a pensar que el día antes de marchar nos cocinarían (estoy bromeando, por si alguno de Leyte lee esto). Una de las cosas que me sorprendió fue una bebida que nosotros la tenemos como propia, es el Kalimotxo. Pues no hermanos y hermanas, no señor, aquí también la beben. De hecho vino el gobernador de Leyte Sur con una garrafa de vino tinto (que al final resultó ser vino de coco) para que lo probasemos. Me decía que lo mezclara con Coca-Cola... y yo pensando que se estaba riendo de mi... mal por dudar, cuando le di el primer sorbo y me di cuenta que lo que bebía era algo como vinagre de coco, decidí verter toda la Coca-Cola que tenía a mi alrededor. Ahora era otra cosa, recordando mis viejos tiempos de borracheras, pero esta vez con el gobernador y el cura de la ciudad, otro rollo. Otra cosa que nos han estado enseñando es el baile del bambú, en toda las islas en las que hemos pasado nos han ido instruyendo, pero mi patosidad me ha prohibido dedicarme a eso profesionalmente. El baile en cuestión es danzar entre dos cañas de bambú puestas en el suelo paralelamente, abriendo y cerrando el espacio entre ellas, colocando tu pie en el hueco cuando se abren, todo esto al ritmo de la música, que cada vez se acelera más. Acabé sin tobillo.


Pues bien, un poco de naturaleza es lo que toca y nos vamos a la isla de Limasawa, uno de los mejores sitios del Mundo para bucear y para avistar ¡tiburones ballena! Como no, pillamos otro bamboat hasta la isla, que se ve es la primera tierra que piso Magallanes cuando llego a Filipinas. Según llegabamos a la isla, la boca se nos hacía más grande, era una auténtica isla paradisíaca, llena de vegetación, rocas volcánicas y casitas totalmente integradas. Esta vez teníamos equipos de buceo para todos, y después de una breve explicación para no palmarla bajo el agua, ya estabamos en ella liandola con los reguladores y agobiandonos, pero eso solo fué un momentin. Cuando nos sumergimos volvimos a vibrar con lo que veíamos, mesas de coral de 2 metros de diámetro, mil peces, peces roca, el peligroso pez león con sus espinas deseosas de matar, morenas, y una sepia de más de medio metro que cambiaba de color y forma cada segundo... y otras cosas que no se que eran pero que eran extraordinarias. No se cuanto tiempo estuvimos sumergidos, pero me pareció una eternidad...y quería más.

Ahora tocaba el momento de llenar la barriga, ¿y como lo hicimos? Aquí fué ya algo para quedarte con la sonrisa en la cara por el resto de tu vida, lo máximo en felicidad. Barbacoa, usando un tronco de palmera cortado, dandole candela al pollo supremo, berenjenas exquisitas y otras verduras que hacen del carnívoro vegetariano. Para que todo pasase mejor, cervecita San Miguel, que aunque parezca lo contrario, es original de Filipinas, y Ron con Cola. Mientras se comía mirabamos a nuestro alrededor y solo pensabamos una cosa, queríamos quedarnos en esa isla a vivir, eramos felices, no necesitabamos nada más. Después de cobrar energía, me metí con Jose y Cesar a bucear a pulmón otra vez, culquier esquina era para ponerla en una pecera y contemplarla para siempre.


Ya empezaba a oscurecer y teníamos que irnos. No me fuí triste, se que algún día volveré a esas aguas... pero ahora nos teníamos que marchar. Ya un poco más borrachos, nos subimos todos en el techo del bamboat y nos pusimos a cantar mientras el atardecer hacía lo mismo pero a su manera.

Esa noche o la siguiente, ahora no recuerdo, fuímos a gastar los últimos pesos que nos quedaban en los 3 bares de karaoke que había en la zona, hechos a base de mimbre y bambú. Sí, terminé cantando...y al día siguiente llovió. El último día, justo cuando me iba a comer, aparece Alexis, una chavala que habiamos conocido el día anterior en el barco. Fué perfecto porque se ve que había hablado con algunos de nosotros para ir a comer a su casa (de 120 años) con su familia, como no, me apunté. Se lo tengo eternamente agradecido, la cantidad de comida, el tipo de comida, donde había hasta algas, la compañía y pasar un día en una familia filipina, con sus costumbres, como el tema de siempre tener música a todas horas (y buena música,) hasta el tema de no usar cuchillo para comer, para eso usan la cuchara. Como no, anćdota: mientras comíamos aparece un tipo con una serpiente para vender. La foto es justo cuando me la habían pasado, luego me hice con ella, nos corrimos buenas juergas...Y esa es toda nuestra experiencia en Filipinas, uno de los mejores sitios del Mundo para visitar a mi parecer. Dejo algo claro, quien piense en hacer una escapadita por allí, que cuente conmigo.



El paraiso de Bohol

Y si pensaba que era insuperable, aquí llega Bohol, concretamente en Loon, no ya por la gente sino por los paisajes que íbamos a redescubrir. Tal como llegamos a Loon pillamos bus y de ahí a recorrer parte de la isla, digamos que un poco de historia, como algo interesante, nos llevaron al lugar donde Legazpi hizo un pacto de sangre con el jefazo de la isla haciéndose una corte en el pecho y bebiendo ambos la sangre de los dos mezclada (y todo eso sin hielo, que asco...). Por la tarde dejamos al guia que se largara y nos lo montamos a nuestra bola. Comenzamos a andar por lo que sería un paseo marítimo quedandonos con la lengua fuera cada vez que veíamos una de las casas hechas de madera, ventanas que usaban el nácar de las conchas para hacer de cristal y al ladito de la costa, a todo eso, añadirle el atractivo de que tuvieran mas de un siglo de antigüedad. Seguimos explorando y nos encontramos con una caseta-mirador hecha de bambú donde una familia de pescadores pasaban la tarde, viendo como atardecia. Les preguntamos y nos unimos a ellos. El atardecer junto a ellos no tuvo desperdicio. Así nos pasamos media hora disfrutando de los colores anaranjados de la luz.

Al día siguiente nos dio por pillar unas motos, pero después de negociar conseguimos un todoterreno y dos motos por nada y menos. Como regalo, el tipo del alquiler me ofreció a probar una especie de dátiles...¡cabronazo! Era la cosa mas amarga del Mundo, el tio se partia y a mis glándulas salivares se acordarían de él toda mi vida. Como no, pillé algunas para repartir en el barco... Empezamos a conducir adapatándonos a su estilo, es decir, encajarte donde veas el hueco. Así llegamos a las cascadas de Mag-Aso, en Antequera. Ahí empezamos a disfrutar, laguito de aguas cristalinas con cascada, selva y lianas.

Después de hacer un poco el mongol pillamos coche y nos pusimos en camino hacia las Chocolate Hills, en Carmen, el centro de Bohol. Cuando nos dimos cuenta, la gasolina estaba como para empezar a empujar el coche y ahí apareció el lugar, un puesto en medio de la selva que decía que vendía gasolina, pero lo raro es que no tenía ningún surtidor. De todas formas paramos a preguntar. Cuando le pedimos por la gasolina, la chica nos sonrió y nos preguntó cuantos litros queríamos. Ahí nos dejó partidos, cuando saco los litros en ¡botellas de Coca-Cola! Metimos los litros y seguimos.

No habían pasado más de 5 minutos cuando nos encontramos a Eloy y Guti, que iban en la moto. Guti había pinchado y casualmente, los de la aldea más cercana podían arreglar la moto. Una vez arreglada nos fuimos a comer un pollo hecho a las brasas exquisito, creo que en mi vida he comido algo así. A partir de ahí, me cambio a la moto y comienza el Camel Throphic, caminos de tierra, cada vez con mas boquetes, y si no fuera suficiente, comienza a aparecer barro, yendo la moto de lado a lado y quedando las motos y nosotros con fango hasta en los dientes. Después de más de una hora de caminos espectaculares de tierra por el centro de la selva, llegamos a las Chocolate Hills, unas formaciones montañosas raras de cojones. Mejor una imagen que intentar explicarlo:

La vuelta en moto fue otra aventura, de noche y pasando por túneles de árboles inmensos. Al cabo de una hora y medio llegamos a casa, solo pensando en que esto hay que disfrutarlo, dándole vueltas a la cabeza para ver que podíamos seguir haciendo...Pero eso lo teníamos que hacer desde Tubigon, el próximo puerto en Bohol que teníamos que conquistar.


Al llegar tuvimos una recepción impresionante, que se alargo durante todo el día terminando en la cosa más curiosa que podíamos imaginar. Resulta que nos llevaron al polideportivo del pueblo, nos pusieron en el centro de la cancha de basquet y ahí a cenar mientras todo el pueblo nos miraba sentados en las gradas como si fuéramos animales de circo. Todo hubiera ido de una forma sutil si no hubiese sido por los regalos en forma de botella de alcohol que el gobernador nos había plantado en medio de cada mesa. Todo eso sin tener todavía un plato de comida delante. Litros de alcohol y más concretamente el ron filipino Tanduray, de calidad extrema y por el precio de un bocata de jamón serrano. Al final terminó como tenía que terminar, todos nosotros borrachos sin saber lo que es el ridículo, con cintas rosas por la cabeza, quitando al grupo que cantaba del escenario, cantando la Bamba, robándoles la guitarra (y tocando a modo Guitar Hero). Os recuerdo que teníamos público, lo que en ese momento era lo que menos nos importaba. Lo peor de todo es que todo eso está grabado. A partir de ahí ya no recuerdo nada más.


Al día siguiente, con un poco de resaquilla, nos llevaron de excursión a “la isla”. Imaginaros por un momento ese trozo de arena en medio de ningún sitio, con una choza y aguas cristalina. Pues allí fuimos. Con dos pedazo de bamboat de 15m volando sobre el agua. La verdad es que no hay mucho que contar, solo que nos dejamos llevar por el relax, la comida y las cervecitas. Un día perfecto aislados del Mundo.

No costó mucho para tener un nuevo plan, ir a bucear a la isla de Cabilao. La aventura para llegar no tenía desperdicio, primero pillar un bus, que solo sale cuando esta lleno, mientras esperas en su interior con la música a tope, supongo que será algún método de anestesia para que no nos diésemos cuenta de lo que se nos venía encima. El ir por una carretera a 80 y que parezca que vas a 300, no tiene precio, a parte de haber cambiado las suspensiones por piedras. Otra historia es donde ponen la gasolina, es tan fácil como llegar a la gasolinera, levantar a uno de los pasajeros, quitar el asiento y echar la gasolina directamente en el depósito. Después de 45 min llegamos al siguiente punto, donde teníamos que pillar taxi-moto, 3 en una y 4 en otra por caminos de piedras, una odisea. Por último navegar en un bamboat, barco típico de Filipinas que por 500 pesos nos llevaría a la isla. Allí, casualidades de la vida, hacia unos días el gobernador había invitado a algunos del Galeón a bucear gratuitamente, y por eso, a nosotros también nos tocó la lotería. Conocimos a un francés y tres francesas que trabajaban para una ONG para ayudar a jóvenes a crear su propio empleo. Muy buena gente que les hicimos pasar por “galeónicos” para que también les saliera gratis. No quiero olvidarme de comentar que eramos los únicos en toda la isla por ser temporada baja. A continuación a bucear, como no había equipos suficientes, lo hice a plumón acompañando a los de las botellas, luego me desmarqué y fuí a lo mio. El paisaje era increíble, un bosque de coral de todas las formas y colores, parecía que estábamos en otro Mundo. Ponerte a bajar por una pared de coral hacia las profundidades y pensar que el fondo estaba a 100m daba respeto. Fue un momento personal, disfrutando del silencio y de lo que el paisaje me brindaba. Como guinda, el francés, que también iba a pulmón, me enseño una cueva de unos 6m que se podía cruzar. Meterse por ahí con bancos de peces rodeándote mientras cruzabas y ver la luz asomando por la salida ponía la piel de gallina, pero no de miedo, sino de placer...

De vuelta a casa, pillamos otra vez el bamboat pero esta vez eramos 14, y la barca no daba de si, cada ola que pillábamos hacia que el patrón pusiera cara de haber mordido un limón... pero al final llegamos. Ahí nos esperaba un Jeepy colorido donde nos metieron a todos, llegando tarde al próximo evento, esta vez más tranquilito.


Y bien, así termina la experiencia en Bohol, un sitio al cual quiero volver.



Cebu y su gente!

Y que contar de Cebu... todo positivo. Llegando a la isla hicimos una parada en el islote de Malapascua, lleno de cocoteros y arenas blancas. Un sitio para esconderse y perderse, pero como no, algunos teníamos guardia y nos quedamos con las ganas de pisar esa isla. Ya en Cebu city otra recepción impresionante, bailoteos locales y música de todo tipo tocada por chavales. La alegría nos duro poco, ya que al rato de haber atracado nos hacen movernos a otro punto, justo en frente de la casa de verano del gobernador, un mejor sitio. A partir de aquí empieza lo bueno, hotelazo, furgonetas a nuestra disposición y comidas, todo pagado por una organización y por el gobierno de Cebu. Ese noche, aunque estábamos machacados, salimos a ver que se movía por esos lares, cuatro copas y a aprovechar esa pedazo de cama del hotel.

La verdad es que el tiempo no nos acompaño, lloviendo todo el día por culpa de un tifón que estaba pasando por Manila. Menos mal que esta vez no le dio por pasarnos por encima y despeinarnos, como nos paso en Keelung, Taiwan. Tampoco he tenido suerte para poder visitar la isla mas a fondo, ha sido una estancia llena de actos a los cuales no podíamos faltar. Por ejemplo tuvimos una cena en un sitio muy normal, en el Capitol de Cebu, lo que viene siendo la Casa Blanca de Cebu, donde nos había invitado a cenar la gobernadora, prima hermana de Isabel Preisley. Otra cita fue delante del barco, una cena organizada por la organización, valga de redundancia, en la cual hubo anécdota. Se ve que el capitán no podía asistir al evento, y ¿a quien le toco representarlo? A mi... los nervios empezaron a atacarme y a pitarme los oídos porque no tenia nada preparado. Pero salí, a torear. Menos mal que Kete, uno de la Fundación, traductor de los buenos, me echo una mano, de tal forma que yo no hacia mas que decir palabras vacías y neutras y el traducía como le daba la gana, vamos que podría haber explicado como se hacia una tortilla que Kete diría lo que había que decir.


Al día siguiente fuimos hacia la isla de Mactan, donde el Sr. Lapu-Lapu le pego una paliza al Sr Magallanes, matándolo y jugando una pachanga con su cabeza. Un sitio históricamente atractivo pero un poco aburrido. Pero como queríamos un poco mas de caña nos pasamos por el Mercado del Carbón. El nombre es así, al igual que muchas calles y locales de Filipinas, manteniendo los nombres en español. El sitio no tenia desperdicio, desde frutas de nombres impronunciables, hasta plantas como una especie de palmito del tamaño de una palmera que estaba riquísima. Tampoco queríamos abusar de nuestra suerte comiendo lo que nos ofrecieran, con el peligro de desatar una tercera guerra mundial en el baño. Seguimos caminando y aparecieron las primeras batallas, ¿de qué? Pues de arañas, las ponían sobre un cordel horizontal y las hacían caminar en direcciones opuestas, la primera que caía, perdía ese set.

Cuando llegamos a la carnicería lo que me impacto fue un olor a carne que incluso para un carnívoro como yo, echaba atrás comer carne ese dia. Era muy intenso, y mas intenso ver lo que hacían con cada parte del animal. Al rato de caminar nos empezó a caer el diluvio universal y tuvimos que meternos bajo los plásticos de unos puestos en la calle más tétrica del mercado, menos mal que aparecieron unos chavales que empezaron a jugar bajo los chorros del agua que caía desde los toldos.

Yo no me enteré pero para haceros una idea de donde nos habíamos metido, apareció un tío preguntando por unas gafas de sol que llevaba Guti, él le contestó que eran “made in China”, a lo que el otro le respondió sacando una pistola y diciendo que era “made in Spain”, todo esto con una sonrisa en la cara.

De Cebu, no tengo más que contar, se que es un sitio al cual quiero volver, la gente que hemos conocido, a parte de los paisajes que por mala fortuna no pude visitar.

viernes, 22 de octubre de 2010

Manton de Manila

Pero bueno, al final llegamos a las costas filipinas y sus aguas, alucinantementes azules y transparentes, por eso hicimos caso a nuestro sudor y decidimos pegarnos un baño. Saltamos desde cualquier punto del barco, cuanto mas alto y peligroso mejor. El premio se lo llevaba quien cayera peor y saliera con una marca en la espalda o en el brazo. Al minuto se acerco una embarcación de la zona: son unos trimaranes a motor que van volando sobre el agua. Son las embarcaciones típicas de pesca, las hay desde modelos individuales hasta las familiares, donde va hasta la suegra con sus amigas. Nos vendió 10 Kg de pez volador por 10 Euros (nos pedían un euro y medio al principio). Esa noche cenamos pescaito frito.



La llegada a Manila fue otro espectáculo. No nos acostumbraremos a este tipo de recibimientos, por lo menos yo. Cientos de personas se agrupaban para hacernos fotos, otros nos deleitaban con sus bailes regionales, raros de cojones.Bandas de música, majorettes, niños haciendo bailes disfrazados, mejicanos con sus vestimentas... todo esto por la conmemoracion de los Galeones en Manila hace ya tres siglos. Cuando empecé a hablar con ellos todos me comentaban lo mismo, que la historia de los Galeones la tienen muy arraigada en su cultura y de repente ver un de verdad y meterse dentro era para ellos algo muy especial. Otra vez la cara de estas personas, la mirada perdida hacia los topes de los palos, analizando cada pequeño detalle y la sonrisa que finalmente dibujaban volvía a ponerme los pelos de punta. Algunos de ellos venían con unos documentos donde se reflejaba que eran descendientes dirtectos de algún Capitán de algún Galeón de la Ruta de Manila. Nunca hubiera pensado eso, pero se sienten muy orgullosos de nuestra llegada, de lo que les aportamos. Durante todos los días que estuvimos abiertos calculo que unas 15.000 personas pasaron a visitarlo. De hecho hubo momentos caóticos, imaginaros el barco a reventar, y de repente se presenta el Ministro de Comercio, con todo su séquito. Nosotros sin saber donde meterlo. Si con eso no era suficiente, metamos a una virgen que tenemos que llevar hacia Cebú. Toda la gente, con lo católica que es, besando a su ídolo por el camino. Como guinda final apareció el alcalde la la ciudad, y al ver a la gente haciendo cola no se le ocurrió nada mejor que decir:- venga todo el Mundo detro... el lió fue gordo, la gente sin poder moverse, la virgen por ahí y cuando parecía que había llegado a su máximo grado, aparece una orquesta, que lógicamente le dijimos que tocaran desde el muelle y una empresa de catering con las mesas... Os juro que se pensó en meternos dentro del barco, cerrarnos con llave y esperar a ver lo que había quedado del barco después de la “tormenta”.


La ciudad de Manila, como siempre en todos estos países asiáticos, contraste, muchismo chaval pidiendo por la calle, que no tienen nada, pero que las ganas de jugar no se las quitan. Les hacías una tontería y ya se olvidaban de pedir, solo querían jugar. Algo de comida era lo mejor que se les podia dar. Fuimos a Intramuros, la antigua ciudad española, donde se conservan muchas de las construcciones de cuando nosotros eramos los “conquistadores”... que duro decirlo. El trafico... usar la técnica de cerrar los ojos y cruzar. Existen varios medios de locomoción propios como el jeepy, un jeep transformado en furgoneta y el sidecar casero, no había ninguno igual. Todo superbarato hasta su extremo. La comida muy parecida a la española, desde lechón, callos, crema catalana, potajes... y bueno, lo mas gracioso, el idioma, el Tagalo: es su idioma original mezclado con 6000 palabras españolas y algunas inglesas. Hay veces que es mas fácil pedir algo en castellano que en ingles. Otra cosa curiosa es su geografía, ¡tienen mas de 7000 islas con marea baja! Y 75 dialectos diferentes. Nunca pensé que Filipinas fuera así, ya no se que país es el que me ha gustado mas, cada uno tiene sus cosas, este el paisaje sin olvidar a la gente. Vuelvo a repetir que nos han tratado como famosos, como héroes. Sera raro volver a casa y ser un don nadie (lo prefiero la verdad).

Ahora estamos de camino a Cebú, nuestro siguiente destino, una isla en la que pasaremos mas de dos semanas y pasaremos por tres puertos distintos. Lo que esta siendo increíble es el paisaje, decenas de islas semiabandonadas, con sus playas de arena blanca y aguas cristalinas...os juro que lo que llevo visto es como quedarse en una de esas islas y conquistarla.

viernes, 15 de octubre de 2010

Made in Hong Kong

Después de la tormenta, la calma, durante dos días a vela, una sensación relajante. Se nota en la forma comportarse del grupo, mucho mas generoso. Si es que navegar a vela tiene ese efecto placentero. No me enrollo mas.

Nos acercamos a la isla de Hong Kong por el canal Este y empezamos a abrir otra vez los ojos como platos, la imagen de una costa a ambas partes repleta de rascacielos al estilo Benidorm pero con mas esta vez estilo. El atraque perfecto y al lado de un centro comercial del que empieza a salir cabezas como hormigas a ver que estaba pasando. Otra vez un recibimiento con los dragones típicos chinos, música local y otra vez flamenco en directo. El momento critico para mi fue cuando nos dijeron a algunos de nosotros que nos acercáramos para hacer unas fotos con el grupo y ahí empezó la encerrona: querían que bailásemos y cantásemos. Yo para no hundir al resto me dediqué a mover los labios como si cantara y a tocar las palmas en modo silencio, vamos que una película muda hacia mas ruido que yo.

De ahí a esperar a que nos arreglaran el visado para poder salir. Tuvimos que esperar hasta altas horas de la noche para poder salir legalmente, digo esto porque era imposible retenernos en el barco con Hong Kong ahí al lado. Esa noche, antes de conocer la cultura nocturna, vimos un espectáculo de luces y sonido increíble. A partir de las 20.00 de cada noche, ponen música en un hilo musical y los rascacielos de la costa comienzan a iluminarse como si fuera un ecualizador. Te pone la piel de gallina ver esa sincronización. Por la noche conocimos a un irlandés que nos saco a degustar la nocturnidad, empezamos en un Ice Bar bebiendo vodka en un local a -20 y terminando en... no me acuerdo. Lo gracioso (y doloroso) fue entrar allí en chanclas y bermudas y al minuto estar totalmente anestesiado. Terminamos por pillar unos abrigos de piel como el que puede llevar tu abuela enseñando las patitas peludas y, como no, sin sentir los pies.


Que mas contar... pues el día que gastamos las suelas de nuestras chanclas y expulsamos el alcohol de la noche anterior. Lo primero fue pillar el barco centenario que nos cruzo a la isla, de ahí a andar sin rumbo, que es la mejor forma que hay para conocer una ciudad. El objetivo era llegar a “The Peak” la parte mas alta de Hong Kong, un mirador al que accedes con un tren tan antiguo como los primeros ingleses que llegaron, tirado por un cable (una clase de teleférico) y que sube por pendientes que no quieres pensar que pasaría si se soltara. Antes de llegar a esa estación encontramos la escalera mecánica mas larga del Mundo, unos 10 min de subida, por secciones, que se van cruzando por distintos distritos de la ciudad. Menos mal que se hizo, el subir a pata todos eso escalones puede hacer que te lo pienses dos veces.

En Hong Kong lo que se encuentra es básicamente negocio del bueno, las grandes marcas tienen allí sus propias tiendas, con un portero en la puerta dejando pasar a la gente en orden. Es raro que la gente haga cola para entrar en una tienda como una discoteca. Otra cosa que se ve son los cacharros de gel bactericida en muchos locales, da igual que sea un baño, una tienda o un restaurante. La verdad es que es un vicio, te deja las manos fresquitas. En definitiva, no parece Asia, y menos China, el dinero sale de los grifos. De hecho mucha gente en toda Asia viaja a Hong Kong para comprar. Tienen todas las tiendas que puedas imaginar juntas y a pocos minutos. Existen pasillos que conectan los edificios, haciendo que no pises un metro de la calle si quieres comprar.

Después de las compras, al día siguiente nos fuimos a Big Wave Bay, una playa al Oeste de la isla de Hong Kong, donde, como el nombre indica, hay olas grandes, y ¿qué se hace en una playa con grandes olas? Pues a parte de tragar olas, surfear. Yo nunca había hecho pero siempre hay una primera oportunidad, y la verdad, al principio no había forma de ponerme de pie, hasta que di con el truquillo, a partir de ahí ya hacia el pino encima de la tabla (apenas me sobro, que va). Después de acabar con todo el pecho abrasado por el roce de la tabla (si, se que debería haberme puesto una licra) barbacoa de carne con carne y cervecita para bajarlo todo. Comí como si fuera el último día en la Tierra. Y para quemar lo comido, otra vez a pillar olas, así hasta que oscureció. Un día perfecto.

Con el cuerpo reventado, llegamos al barco con un poco de nostalgia por no poder disfrutar de mas días por la ciudad y alrededores, pero bueno, que nos quiten lo bailao, otro país que hemos visitado, amigos nuevos que nos esperaran a la vuelta y la sonrisa en la cara por saber que en unos días estaremos en otro país. Dejaremos China por fin y llegaremos a Filipinas el 5 o 6, mas bien el 6, ya que las previsiones de olas y viento no son nada favorables.

martes, 28 de septiembre de 2010

Taiwan y su gente

Y finalmente pasó, el tifón Fanapi que se estaba generando a 250 millas al este de Taiwan se emepzo a acercar hacia nosostros. Al principio creíamos que iría hacia el Norte de la isla de Formosa, pero al final recurvo hasta convertirse en un peligro cada vez mas grande: el ojo del tifón iba a pasar justo por encima de nosotros, por Port Suao, un puerto sin mucho refugio. Dada la situación decidimos esperarnos cerca de la isla Tortuga, frente a Wushi, hasta que nos dieran noticias de que podiamos hacer. Al intentar cambiar de puerto surgio otro problema: en caso de peligro por tifon, hacen sonar una sirena que obligan a salir a todo buque mercante... Como siempre al final se resolvio todo, nos dieron atraque en Keelung, un puerto refugio cerca de Taipei, la capital. De camino al puerto estabamos todos asustados, el tifon iba hacia nosotros, al dia siguiente tenia que tocar tierra. Nos preguntabamos que pasaria si nos pillaba, ninguna respuesta era alentadora, nunca nos habiamos enfrentado a vientos de 80 millas, cerca de 150 km/h con el regalito de las olas que traeria.

Llegamos a Keelung y alucinamos con el espectaculo de la gente. Atracamos en plena ciudad y todo Keekung se volco hacia nosotros. Sin saber que ibamos a llegar empezaron a aparecer personas hasta que el muelle se colapso, cientos de camaras fotografiando cada minuto. Si bajabamos del barco estabas perdido, no paraban de pedirte hacerse una foto contigo, presentarse y darte el contacto. ¡Eramos famosos y no lo sabiamos! Que sensacion tan rara, aunque al final te lo pasas muy bien si le pillas el rollo. Sacar medio cuerpo por cubiera y empezar a saludar para mi era lo mejor, todos te saludaban sin saber quienes eramos realmente. Esta experiencia nos ha subido la moral a niveles astrales, tanto cariño por todos ha sido increible.

El dia del tifon llego, el barco todo lo preparado que podiamos tenerlo. El viento empezo a soplar y las jarcias a silbar. Nosotros desde el hotel que la ciudad nos habia regalado, mirabamos el barco. Otra vez, un poco de suerte y el puerto donde estabamos junto al crucero que teniamos a nuestra popa nos hizo de pantalla. Nosotros no notamos mas que una tormenta tropical, pero el resto de Taiwan se inundo y crujio. Al dia siguiente del follon, con todo el miedo quitado, ya que como la ultima vez no sabiamos como acabaria el Gaelon, algunos fueron a Taipei y nosotros teniamos que ir a ver unas cascadas por la selva y no se que mas. Al final nos liaron y acabamos comiendo con unos profesores de la Universidad de Ciencias Ocenanograficas, invitados por ellos y bebiendo algo parecido al orujo, 56º. Tambien nos probamos una bayas que comen aquí que es en plan estimulante...si, si estimulante, yo iba como si me hubiera tomado 12 cafes. Es una especie de droga legal que toman en toda Asia realmente, que les dejan los dientes rojos y al cabo de mucho consumo, te destroza la boca...solo se que cuando llegamos por la tarde al barco me queria esconder. Fue una noche muy larga, pero el dia siguiente fue todavia mas largo, despertandonos a las 6.00 de la mañana, habiendo dormido 2h, para preparar el barco hacia Wushi, otro puerto que nos esperaba con un gran recibimiento.

Según nos acercabamos vemos lo que nos esperaba, recibir a miles de personas con 2 horas de sueño y habiendo agarrado una gran melopea a base de chupitos de ese licor. Sinceramente pense que me hiba a morir, y no fue asi, fue tal el recibimiento que se me quito la tonteria. Primero nos hicieron bajar del barco, ponernos encima de una tarima, colocarnos un collar de flores de plastico fluorescente que picaban lo mas grande (a mi me pusieron dos, por chulo) y acto seguido otros varios miles de fotos. Luego nos hicieron el show del dragon, 4 dragones con 2 niños por dentro, se pusieron a bailar delante nuestra, escupiendo por la lengua un cartel que ponia “Bienvenidos”. Creo que pillare esta metodo la proxima vez que tenga que recibir a alguien en el aeropuerto, los mariachis y los tunos ya no se llevan.


A partir de aquí, empezaron a entrar taiwaneses a saco, que, como no, te pedian hacerte una foto, pero es que, cuando se lanzaba uno, tenias a veinte esperando. El momento llegaba con los colegios, una tribu de enanos cabezones te acorralaban para que les diaras un autografo, pero como decia, era divertido. Ahora me voy a dedicar un momento de chuleria, y no hablo por mi, si no por todos. Era el momento de que se acercaran feminas nerviosas por tener un recuerdo tuyo, diciendo que eramos lo mejor, mirandote con unos ojillos que en un bar de copas por la noche podria haber significado muchas cosas buenas. Eramos los Back Street Boys del galeon. Fue bonito mientras duro, pero imagino que unos dias mas y llegaria a agobiar.

Al dia siguiente libre, al spa del hotel que teniamos, a meter los pies en una piscina llena de peces para que te quiten las cayosidades. Nunca lo he pasado tan mal, las cosquillas eran terribles, podira haber confesado todas mis verdades mas intimas. Tambien era curioso ver como cuando metiamos los pies, todos los peces que estaban con los taiwaneses se iban de sus pies para darse un banquete de durezas. Daba un poco de vergüenza ver el panorama y robarles los peces simplemente por tener pies de ogros. Supongo que al dia siguiente la mitad de los peces estarian flotando, envenenados por lo que habian comido. Otra historia del spa fue bañarse en agua con infusiones de plantas, es decir, bañarte en una taza de te.

Ya por la noche, otra fiesta, fiesta de la luna llena, donde actuaron un grupo de flamenco local (la cantante no tenia desperdicio) y para volvernos un poco mas majarnas, una obra de teatro taiwanes, donde se juntaban temas de hermanas que se quieren casar unas con otras, que al ver un perro amarillo se convierten en hombres que se quieren casar, vacas que cantan, puentes de pajaros y montañas que no tienen magnolias y por lo tanto no se puede ir a estudiar...es decir, no entendi una mierda. Ya por fin, comida, que ya que estoy describire lo que he visto: hay cosas muy buenas y otras...asquerosas tanto de textura como de sabor, unas bolas como de plastilina que te sellaban la boca, cosas con sabores superfuertes, y una especie de serrin que se comian para el desayuno. Y frutas de todo tipo, donde la que mas se apreciaba era el pomelo, otras insipidas y otras con una dulzura escesiva.

Pues eso, al dia siguiente, al barco, que nos vamos por la noche. Arranchamos salimos y empieza el festival del movimiento. Media tripulacion mareada, olas de hasta 4 metros y el barco de lado a lado. Uno de los bandazos hizo meter la verga en el agua varias veces, y eso que esta a 5 metros de altura. Calculamos una escora de 45º, normal que despues de ese bandazo la zona noble acabo como un gran mueble de IKEA, todo a piezas, sin poder diferenciar que habia sido una mesa o una silla. Se rebento todo lo que se podia haber roto, pero aquí seguimos, 24h mas tarde moviendose y agarrando el ordenador para que no me salga otra vez disparado, que es lo que me encontre cuando me fui a dormir por la noche y me encontre una jungla de cajones, zapatos, trastos de todo tipo y mi ordenador, que tras un doble mortal desde la parte superior de la litera habia aterrizado en cubierta. Soprendentemente sigue funcionando.

Ale, en 2 dias en Hong Kong, se nos hara raro que no se mueva todo.

domingo, 19 de septiembre de 2010

He preferido esperar a zarpar de Shanghai para describir todo lo sucedido en todo este tiempo por China:


Llegamos el 24 de junio, después de atravesar todo el rió, un gran puerto alargado, lleno de barcos, mierda y fabricas. Con un recibimiento nublado en una ciudad rara de cojones, nadie diría que es China. Después de una emotiva charla de cada uno de nosotros explicando que nos había aportado esta aventura, nos invitaron a una fiesta en el Pabellón Español, donde fue lo mejor que nos podría haber pasado. Durante los siguientes días empezamos a recorrer la ciudad.

Empecemos comentando como es, resulta que es la mas hortera que he visto, de hecho si hubiera querido imaginar una ciudad tan sumamente estridente no podría haber llegado a ese nivel. El Skyline que tenemos en frente esta compuesto por un piruli lleno de luces que giran a su alrededor, varios edificios con iluminacion como para ser del club de los epilépticos y lo mejor, un abre botellas de 500m. A este último subimos para ver que se sentía, y el resultado es otra vez una ida de olla. Parece que subes a la nave de Star Treck, con mosaicos giratorios en tu cabeza y ruiditos de fondo. El ascensor calculamos que pillaba 40 Km/h. Llegamos hasta el piso 97 a 430m. Flipe.


Tampoco me voy a explayar con los edificios. Lo siguiente que quiero comentar es la comida, compuesta por: Cabezas de pollos y patos hervidas, al igual que sus pezuñas, que se ve que es un manjar. Tofu en todas sus variedades, el mejor, el que esta en estado de putrefacción (y frito), que es el que da un aroma especial y vomitivo a algunas calles de la China profunda. Lo peor es que la gente hace cola para comer eso... Hay una especie de bollos con la pasta cruda rellenos de carne o verduras que se comen todos para desayunar. Son económicos, llenan y se pueden comer. Ojo con el tipo de bollo que pillas, un día por querer ser un poco mas chino quise probar un tipo que se pillaban todos en un puesto al estilo “Panadería Paquita”. Era...asqueroso! Sabia a jabón con textura de masa de pizza cruda. Otra cosa que estaba buena eran los dumpings, pequeñas empanadillas con carne (¿de qué?...mejor no saberlo). Como siempre, ojito con el picante en todo, aunque según me dijeron, el picante es solo de una zona de China. La bebida... puedes encontrar alcoholes que tanto sirven para limpiar el fregadero como para pillarte una borrachera gordisima. Las cervezas, todas de mas de medio litro, son agua churri, aguadas pero muy baratas, casi te sale mas cara el agua. Hay cosas que vi en tiendas que no tuve cojones de adivinar que era, si animal o vegetal. Al lado del barco teníamos a “Rosita” nuestra chef de noodles personal. Una maquina cocinando en su puesto callejero, espectáculo de fuego y fideos voladores. Podía prepararte un plato en menos de un minuto. La echaremos de menos. A parte de eso, parilladas en medio de la calle con hongos raros, verduritas y cosas sin nombre.


El mercado...que buen sitio para saber que comen. Un día que me toco ir a comprar unos huevos salí sabiendo que yo solo no podria sobrevivir por ahi. Entre y lo primero que vi fue un pepino de 25Kg de peso, 25 cm de radio y 70cm de largo. Ranas vivas en cestillos que si querías que te los preparasen, cogían una a una y las estampaban contra el suelo. Los peces vivos, ya que no tienen otra forma de conservarlos. Da cosa ver como los cortan mientras todavía están respirando. Tortugas... las que tenemos


La gente...guarros pero con sentido del humor. No hay gente mas desagradable que ellos. A ver, si alguien tiene que escupir, pues hace lo que tenga que hacer pero sin que el resto del Mundo se de cuenta. Ellos no, comienzan con un concierto de sonidos profundos que proceden del interior de las fosas nasales, creando una corriente de aire que arrastra parte del encéfalo y continua con un Zus!, arrojando a tus pies un ser vivo y gelatinoso, al que solo hace falta ponerle nombre y adopatarlo. Como siempre, hay algo que puede sorprender mas, es el hecho que me pasó estando fuera de una discoteca. Vi salir a una chinita, arreglada, con su vestidito rollo Spice Girl pija. Mis sentimientos hacia ella desaparecieron cuando procedió a crear un ser como el anteriormente descrito. El lugar para parirlo puede ser desde un taxi, un restaurante, una discoteca o un cibercafe.Otra cosa curiosa es la vestimenta oficial: el pijama. Lo usan para todo y con todo, como por ejemplo, pijama con zapatos de tacón mientras llevan un triciclo cargado de cartones con una altura de 3 metros.


El ciber que teníamos al lado del barco era un submundo dentro de una realidad paralela. Subias unas escaleras que no sabias donde llevarían, pasabas por la recepción de un hotel, pasabas por unos apartamentos y, finalmente, en el ultimo piso, estaba el ciber. Un antro pegajoso, con chinos que vivían ahí. Creo que les salia mas barato pillarse el bono del mes, y como nunca cerraba, se quedaban ahí durmiendo. Nunca quise mirar al suelo. Ordenadores en chino y capaos, las paginas mas visitadas en el resto del Mundo, prohibidas.


A la vuelta de las vacaciones (mes y medio, como un estudiante) solo nos hemos dedicado a trabajar como nunca, apenas he podido volver a visitar la ciudad. Preparar el barco para que no tengamos ningún problema. A parte de eso, conocer a los nuevos tripulantes, no sustituyen, pero tienen el mismo nivel e interés que los que nos dejaron, aunque ahora somos menos, 22. Los cocineros nuevos, lo mejor, hacen magia con la comida, son extraordinariamente buenos, solo con decir que un día nos prepararon gazpacho en China y de picoteo raíz de flor de Loto frita, lo digo todo (sabe a berenjena frita).


El 14 de septiembre salimos de Shanghai, dirección a Taiwan. El tiempo se presenta raro, una borrasca se esta profundizando por la zona Este de Taiwan... pero mientras, bañito en el mar de China!


martes, 31 de agosto de 2010

De vuelta a China

Después de casi mes y medio de vacaciones por mi isla, me toca volver a China, el día 3 vuelvo a pelearme con esa gente que tiene mirada de sospechoso. Sinceramente me estaba costando la idea de tener que volar durante casi 15h, atrapado en una lata de sardinas, pero justamente hoy, supongo que al saber que muchos de la tripulación inicial vuelven, me han entrado ganas de volver de recordar lo bien que estuve, ver de nuevo a esos amigos con los que hemos alcanzado casi amistad de hermanos. También es cierto que echare de menos mucha gente que he conocido, otras que he conocido mejor y los que ya conocía, pero se que estarán aquí, que el loco que se va soy yo, el culo inquieto, que cuando vuelva iré uno a uno visitándoles. ¿Cuándo volveré? ni idea.

Estoy contento que por fin, gracias a la presión de irme,¡ he vuelto a retomar el blog!

Luces y viento (3ªsemana julio)


Al final el paso por el estrecho de Taiwan no ha sido tan problemático por los pesqueritos, todo lo contrario, apenas hemos encontrado problemas, eso si, los vientos y las olas que esperábamos nos tenían preparado una fiesta. Ese sábado a las 8.00 sacamos todas las velas y empezamos a navegar. Por fin pudimos sacar la “zodiac” y ver desde fuera como navega el Galeón. Es raro, pero ninguno de nosotros tenemos una imagen del barco navegando desde fuera. Es como si te dijeran que imagen tienes tu de ti mismo andando, hasta que no te ves en un video no te haces a la idea. Para hacer el dia mas entretenido, algunos de nosotros nos subimos por las vergas y desde allí pudimos ver la majestuosidad del velero y comprobar que con poquísimo viento el barco se lanza. Como sabíamos que el viento reinante y el estado del mar iban a ponerse mas complicados se decidió quitar las velas mas altas.

Y de repente llego, el mar creció hasta los 3 metros de olas y el viento rugio, pero nosotros ni nos enteramos. Fue espectacular volver a surfear las olas, ver como la proa cae en picado y el barco se embala. Par un barco de pequeño porte puede que impresione, pero en un bicho de casi 50 metros te deja tonto.
Asi estuvimos dos días, a plena potencia, sin ruidos, solo el del mar y el del viento. Una paz general gobierna toda la cubierta, el no tener ruidos es lo que tiene, relaja, todo se realentiza y el cachondeo es el deporte preferido. Por la noche tuvimos un momento de lagrima. Pelelu, Mauri y Gabri se encargaron de recoger fotos y videos y nos deleitaron con una secuencia de fotos desde el inicio de la construcción del barco hasta hoy, pasando por todos los países y momentos estelares. Casi dos años reducidos a unos minutos, muy emotivo. Y cuando parecía que ya no podían tocar mas nuestra fibra sensible, Mauri nos monta un video con cada uno de nosotros… lo tuvimos que ver varias veces de lo que nos gusto, ¡impresionante!.

El Galeón continua y empieza el festival de las luces nocturnas. Las fluorescencias marinas ya las había visto por el Mediterraneo y por el Mar Rojo, pero el Mar de la China es como estar en otro planeta, nunca había visto tanta cantidad de luz. El agua según nos movíamos, hacia que microorganismos (placton y fitoplacton) se ilumnien como las luciérnagas. Como hay millones de estos bichejos en el agua la espuma se vuelve fluorescente y en el agua se ve como se trasmiten esas señales luminosas creando como fuegos artificiales a nivel del agua. Esos movimientos lumnicos hacen parecer que lo que se mueve en el agua son calamares o peces, de hecho todavía lo dudamos, lo único que nos hace pensar que no pueden ser peces es la cantidad de peces que tiene que haber para que simulen ese movimiento. Como tenemos un sistema de agua que se recoge del mar, la primera vez que tiramos de la cadena de bater fue un espectáculo, con oscuridad el agua se iluminaba cada vez que se tiraba de la cadea, lo mismo cuando meabas pero el efecto mas espectacular eran las duchas, un chorro de luz. Alguno dijo que se quería duchar con esa agua y ahí empezamos a bromear pensando en salir recién duchados con esa agua por el barco, totalmente iluminados, a pegar unos cuantos sustos. Al final de tanto pensar se nos paso la hora. Aquí a partir de las 04:00 ya se empieza a distinguir el horizonte.

Quiero comentar nuestra entrada en el verano: mas bien ha parecido la entrada en el otoño, bajada de temperatura de hasta 10 grados y niebla, mucha niebla, tanta que no vemos a mas de 1000 metros y eso en el mar es muy poco.
Eso chafa, te crees que vas a tener un veranito perfecto en China, comiéndote una naranja de la China en un parque Chino y te encuentras un clima lo mas parecido a Londres. Supongo que no será siempre asi y que, a parte, convivir en una cultura totalmente opuesta a la tuya te hace olvidarte del tema climatológico.

Y ya por fin estamos muy cerca del Rio Amarillo, ¿cómo sé esto? Pues que a parte de mirar la carta náutica me he encontrado que el mar ha comenzado a cambiar de color, y no solo eso, se nota que estamos en la desembocadura del pais mas grande del Mundo. Lo digo por la cantidad de “mierda” que ves flotando por los alrededores. Uno que se esfuerza en no tirar ni el papel de un chicle al mar y te encuentras esto. Desespera un poco.

Ya es dia 21 y nos dicen que hasta el 24 no entraremos al rio. Ya hay ganas de llegar y plantar nuestra bandera, de haber cumplido la mision. No creo que nadie se lo crea, pero hasta entonces seguiremos con la ilusion de terminarlo (por lo menos una parte).


Reflexiones del día 14 de junio



Y seguimos sin ver tierra, con la isla de Borneo a estribor (isla compuesta por 2 países, Malasia e Indonesia y un Sultanato, Brunei), solo agua y agua y más agua. Agua que está bajo nuestros pies y que cae sobre nuestras cabezas en forma de lluvia monzónica. Ya podría caernos una de estas cada mañana. Aun siendo una persona a la que levantarse le cuesta una vida, los gritos de “¡llueve!” me hicieron coger la toalla, la esponja y el jabón y ponerme a frotar en cubierta. Ya nos hacía falta una ducha a “todos”. Fueron unos minutos de risas, parecía un parque acuático improvisado. Al cabo de un tiempo las nubes dejaron paso al astro rey. La temperatura era perfecta, brisa fresca y ambiente despejado. Para hacer del domingo un día todavía más especial , si cabe, la tripulación se reunió en el comedor y bajo ritmos hechos a base de guitarra y golpes en latas y vasos ( y alguna cabeza que golpeaba a ritmo de vez en cuando en un bao) comenzó la fiesta. Cantos y bailes que se alargaron hasta la comida. Ester con la ayuda de Manolo, Paco y Curro Marchena (y viceversa) prepararon un pedazo de menú: calamares rellenos aderezado con una salsa extraída de una receta secreta, como la Coca-Cola, acompañados con ajitos y papas fritas.

Después llega el momento de charla. Hablando con unos y otros coincidimos en que esta experiencia está haciendo que nos demos cuenta del tamaño real de la Tierra, que no es la que había tenido siempre. De pequeño siempre que miraba un mapamundi y hacía un cálculo aproximado de lo lejos que esta un país u otro me desesperaba al pensar lo que se tardaría en llegar. Es verdad que con un avión te puedes plantar en cualquier parte del Mundo en menos de 24 horas, pero justamente de esa forma, aunque sea contradictorio pensarlo, sientes que estas realizando un largo recorrido. En cambio, haciéndolo de esta forma, en barco, en un Galeón, de forma tranquila, sin prisas, simplemente esperando en “tu casa móvil”, de repente te plantas en un país, luego en otro y así llevamos más de 8500 millas, cerca de Filipinas, de Vietnam, con Australia a tiro de piedra. Las distancias se han acortado, se han distorsionado o realmente aparecen como tienen que ser. Ya no existe el vértigo de pensar que estamos en la otra parte del Mundo, que nos encontramos lejos de casa, todo lo contrario, tenemos apetito de visitar más sitios, más culturas, tenemos la necesidad de que nuestro planeta sea más grande. Todo esto también puede ser debido a que el tiempo no es el mismo para nosotros que para los “terrestres”. A parte de no saber en qué día vivimos, la percepción del tiempo es completamente distinta. Hablando el otro día con un amigo en España, preguntaba cómo era todo por ahí, como si hubieran pasado años. Me devolvió a la realidad cuando me dijo que solo habían pasado 3 meses. Para mí esos tres meses han sido años, será por la cantidad de experiencias diarias que vivimos. Por otra parte, y aquí entra otra contradicción, los días nos pasan volando, no hay ninguno que se haga pesado. Una vez leí que esa sensación que se tiene cuando eres niño de que el tiempo pasa más lento de lo que pasa cuando creces es debido a que a esa edad todo te parece nuevo y sorprendente, y esa es la razón por la cual el tiempo se transcurre pausadamente. Eso mismo estamos viviendo ahora, volvemos a ser niños, y ya que regresamos a esa edad, ¡leche frita como postre para cenar!

Y después de la crónica que me tocaba escribir y que veía que encajaba en este capítulo seguimos navegando hacia Shanghái, la verdad es que por una parte está siendo una navegación muy tranquila, brisas muy débiles y mucho calor. Es curioso notar dos cosas de los astros más importantes que nos acompañan: Por una parte he podido comprobar nuestro movimiento sobre la Tierra mirando la Luna. En los países cercanos al ecuador siempre la han dibujado hacia arriba (o hacia abajo, según crezca o decrezca), como unos cuernos de toro, eso es debido a que desde esa zona la Luna la tenemos justo en nuestra coronilla y se ve de esa forma. Según vas subiendo, esos “cuernos” se van desplazando hacia la izquierda, colocándose como siempre la había visto desde mi casa cuando está creciendo. Con el Sol pasa algo parecido, en estas fechas cercanas al solsticio de verano, el sol alcanzará su altura máxima respecto al ecuador (23º 27’ N), eso significa que cuando pasemos por ese paralelo nos quedaremos sin sombra, el Sol lo tendremos justo sobre nuestras cabezas.

Otras cosas curiosas de la noche son la cantidad de estrellas fugaces y de meteoros que hacen de la noche el día. Al principio creíamos que eran bengalas, pero la naturaleza de estas es más longeva. La verdad es que te quedas de piedra pensando que es eso que cae del cielo, ilumina el cielo nocturno y desaparece tal y como aparece. Al cabo de unos días nos dimos cuenta que desde Corea del Sur estaban realizando lanzamientos de cohetes o misiles que caían a cientos de millas de nosotros (espero que no se equivoquen, ¡glups!)

Filipinas está quedando atrás, con la isla de Luzón, donde se encuentra Manila (y sus mantones). Justo cuando pasemos el estrecho de Luzón llegaremos a Taiwán, el famoso país de los “made in” donde, según el parte, nos esperan vientos de 30 nudos y olas de 3m, todo por la popa. No tenemos miedo porque precisamente este barco está preparado para esto. Para ponerlo todo un poco más complicado lo salpicaremos con unos pesqueritos caóticos y una niebla espesa como la leche condensada, ya veremos que nos encontramos.