jueves, 8 de abril de 2010

Next Port of Call

Después de unos calurosos días por Málaga (y su agobiante Semana Santa que partió la ciudad en dos) con la pedazo de visita familiar de mis padres y mi hermana y tras muchísimo trabajo y poquísimas horas de sueño, por fin llega el día esperado, el día que salimos de España para cruzar la mitad del Mediterráneo hasta Malta. Jarcia firme “tesa”, izado y arriado de velas optimo y lo más importante, víveres como para montar un restaurante cinco tenedores a bordo. Normalmente cuando te enfrentas a estas travesías lo último que piensas que te puede frenar es el papeleo, más concretamente la Administración, que con sus nuevas normativas que solo conocen en casa de su madre frenan toda una ilusión. El hecho es que haciendo una jugada maestra, al final zarpamos. Cada uno a sus puestos y con una sonrisa de oreja a oreja que seguramente nos producirá agujetas de tanta alegría. Seis días de travesía y a preparar la forma de decir “quiero una cerveza” en maltes. Es curioso que el verano pasado ya estuve por La Valletta, pero esta vez será muy diferente, una tropa de 30 zumbados de la cabeza irrumpiremos en la tranquila ciudad medieval. La verdad, los primeros días han sido muy tranquilitos, tan calmados que no nos permite desplegar velas, con las ganas que tenemos de dejar de escuchar el rugido del motor, del que te acostumbras como las cigarras en verano, que no te das cuenta de que esta ahí hasta que deja de sonar. Manolo y Paco colocan sedales por ambas bordas para ver si podemos comer un día de marmitako, pero ni así tenemos suerte. Toda la tripulación se dedica a cuerpo y alma al cuidado de su galeón, curando las heridas que más de 50.000 personas han causado a su paso.

La previsión cambia, estamos a 20 millas de Argelia, nos vamos cruzando con autenticas moles flotantes pero sin estorbarnos. Se nos acerca un cambio de viento, más fuerte y con una dirección poco favorable, de proa. Después de estudiar nuestra velocidad, posición y partes meteorológicos decidimos reducir la velocidad para que de esta forma no nos metamos en la boca del lobo en el canal de Sicilia. Muchas veces es mejor ser cauto y dejar que el diablo pase de largo. El problema es que si nos embalamos mucho encontraremos en ese canal viento de proa de más de 25 nudos, es decir, casi 50 km por hora, pero si reducimos nuestra marcha tendremos un regalo, ya que el rey Eolo nos invitara a que lleguemos a Malta a vela, el viento virará hasta ponerse a nuestro favor. Imagínate un barco de este porte, arribando a todo trapo con esa ciudad de fondo, piel de gallina solo de pensarlo, espero que así suceda.

Ahora mismo no andaremos muy lejos de la costa de Túnez, comiendo olas como un niño dentro de una pastelería y a 3-4 nudos…pero como dije, no tenemos prisa.