domingo, 6 de junio de 2010

Salalah caluroso


Atraque y todo bajo control, papeles listos para presentar a la llegada y la bienvenida de miles de polillas a nuestro barco por culpa de unas embarcaciones que estaban próximas a nosotros que se dedican al transporte de ganado de la India a Omán y a Somalia. Unas embarcaciones que se si tienen toda la pinta de haberse inspirado en el Arca de Noé. Después del papeleo me dice el consignatario que la única forma para salir del puerto es con un visado. Normalmente la condición de buque mercante nos proporciona el beneficio de poder usar un “shore pass” una especie de visado gratuito, pero en este país nos dice que las leyes del puerto solo aplican el visado. Como no, empecé a hacer mis primeras amistades con Aladin (y su lámpara), el consignatario, el cual al principio lo consideraba una persona responsable y que termino siendo mi pesadilla, vamos que cada vez que hablaba con él sentía como me escupía.
Al día siguiente contratamos un tour de unas 5h por Salalah y alrededores, carreteras infinitas, calor de secador de pelo en la cara y aires acondicionados que te criogenizaban al minuto, muy saludable. Mientras íbamos al primer sitio lo que nos sorprendió fue la cantidad de camellos andando a sus anchas por las carreteras. También era curiosa la construcción de la zona, eran como chalets a modo las mil y una noches pero si masificaciones, de hecho pienso que si un día uno tiene que ir a pedir sal a su vecino, es mejor que llene el depósito de su coche. También había construcciones, una al lado de otra, iguales que pertenecían a la misma familia, cada una para un miembro de la familia, lógicamente, para los milloneti. Llegamos a la primera visita, un oasis en medio de una zona árida. Para nosotros tal vez no nos sorprenda, pero para esta gente es eso, un oasis, un sitio que frecuentan los festivos, una zona verde en medio de la nada. Volvimos a la furgo a refugiarnos del calor, a ver si de esta forma pillábamos una bronquitis crónica. Segunda visita, un palacete-museo. La verdad es que como apartamento de verano estaba conseguido, pero nada más. De paso al tercer sitio, parada a lo que considero yo el pilladero de nuestro chofer, un sitio con unas vistas impresionantes, y una playa todavía más, lo que extraña es la falta de cultura playera, ¿será por tema de tiburones o por qué el agua moja?

Ya casi para terminar nos llevo a lo que esta declarado patrimonio universal, el puerto más antiguo de la zona, donde también era una de la mayores plantaciones de Frank incensé, un árbol autóctono de cuya resina se obtiene una especie de aroma. Por fin nos dejo en el centro de la ciudad, a hacer alguna compra para el barco, es decir dulces y chuminadas varias para los antojos.

Supuestamente al día siguiente nos teníamos que ir. Ahí comenzó nuestro calvario, los rambitos que habían venido a planificar la escolta nos dieron una patada voladora al día siguiente, excusa tras excusa. El problema surgió cuando, debido a que nos íbamos, la visa la habíamos cancelado y cuando mi querido amigo Aladin me dijo que cada visado eran 50 dólares, se juntaron los problemas de querernos ir y no poder por los anteriormente nombrados y el no poder salir del barco por no tener visado. Fueron 2 días sin poder salir del barco, muriéndonos de calor y con las polillas esperando a la noche para no dejarnos vivir, aunque llegamos a romper el aburrimiento con partidos de futbol con la gente de los alrededores y visita a un barco militar griego de cuya medico nos enamoramos todos completamente. Al tercer día, cuando creíamos que no podíamos estar peor, nos obligaron a cambiar de amarre, colocándonos a la popa de varios buques que cargaban gravilla, eso significaba que todo el polvo de esos barcos acabaría en nosotros y nuestros alveolos. Al final conseguimos la visa, no sin antes acompañar al consignatario, por no fiarnos un pelo y por hacer su trabajo de la peor forma posible, por citar un ejemplo de su incompetencia citar que el hecho de solo podernos despachar visas y no “shore-passes” era por haber considerado, a su antojo, nuestro barco como un barco de placer, que lo es para nosotros, pero no es lo que indican los papeles. Según él, el galeón no lo consideraban un mercante porque no tenía apariencia de mercante, y por lo tanto le pisaba un pie lo que pusiera en los papeles. Al acompañar a Aladin a aduana para ver lo mal que hacia su trabajo nos dimos cuenta que al dorso del papel que debíamos rellenar para la obtención el papel ponía el precio de 6 Reales, eso al cambio son unos 15 dólares… menudo pedazo de cabronazo que nos estaba tocando. No quisimos hacer nada ya que el dinero lo estaba poniendo la Fundación y el tema del visado era algo delicado. Dimos el parte a nuestra empresa y todavía no sé como ha quedado la historia.
Con el nuevo visado no tardamos en escaparnos del barco, yendo con una furgo alquilada al oasis, un bar cerca del barco a “celebrar “que nos teníamos que quedar en Omán un par de días más. Menos mal que en ese rincón del país daban cerveza y chuletones (al ser islámico, el alcohol para las heridas). Al día siguiente, 14 de mayo, 32 cumpleaños a celebrarlo a la playa kilométrica par nosotros solos, con un hotelazo con jacuzzi a las espaladas para darnos lo que quisiéramos. Nos dedicamos a bañarnos, pillar olas y un poco de kitesurf para despejarnos. Vamos, algo muy relajado…tan relajado que me puse a comer a las 17.00, el tiempo me había pasado volando.



Un pequeño grupo nos decidimos a hacer una visita al old market, para hacer las compras pertinentes. Nada mas coger el taxi ya nos dimos cuenta que el taxista era todo un personaje, con su coche forrado en piel de leopardo-cebra, algo “súper fresco”. Ese tipo nos estuvo esperando y acompañando cada minuto que recorríamos la ciudad. Un pantalón de la selección de futbol local fue mi compra a parte de un saquito de Frankincense (resina aromatizante) con su cacharrito para calentarlo. Tengo que comentar el momento de la “cata” de incienso, en el que me dijo el vendedor que tenía dos tipos, el normal y el gourmet, el cual me hizo probar mostrándome como se hacía pegándole un bocadito a una de las piezas de Frankincense. Dude de hacerlo (y debería haberlo hecho mas), pero cuando lo hice me cague en todo, un sabor repulsivo por toda la boca, era como si hubiera bebido un poco de jabón con el detalle de que la resina esa se quedaba enganchada por todas las muelas, con lo que el sabor desagradable no desaparecería en varias horas. Seguro que el omaní solo hizo el ademan de morder. Después de las compras el taxista nos recogió y como uno de los que venían con nosotros se había comprado un gorrito de la zona, nos pregunto que donde estaba el resto del traje local. Al ver que no teníamos, el tío se desvió, se metió por un callejón oscuro y ya nos temíamos lo peor al salir del coche y abrir el maletero. La sorpresa fue grande cuando saco de ahí una chilaba para cada uno de regalo, si es que al final el tío era majete. Ahora al barco.

Con el tema de los rambitos se dice que a la tercera va la vencida, y así fue, una empresa que nos dio su servicio, pero saliendo unos días más tarde de lo pactado, lo que nos hizo estar al pairo durante un día y una noche frente a las costas omaníes hasta que por fin contactamos con nuestros protectores. De estar 1 día en un país de paso, estuvimos una semana, hartos del país, del calor agobiante y de las pocas atracciones que te podía ofrecer. Lo siento Omán, no me has caído bien (quitando el día de mi cumpleaños y la tripulación).

Golfo de Aden


¡Por fin! ¡por fin pasamos el Mar Rojo! Nos ha costado demasiado creo yo, lo que iba a ser un nuevo mar navegado se ha convertido en una especie de pesadilla donde cada vez que intentábamos salir nos encontrábamos con algún problema. Pero ante estas condiciones siempre miro el lado positivo, ¿Qué hubiera pasado si no hubiera pasado lo del palo? Pues que seguramente no hubiésemos visitado Sudan… y ¿si no hubiésemos tenido el pseudo-ataque pirata? Pues que no sabríamos como hubiésemos reaccionado ante esa situación. No sé, me gusta pensar que todo sucede por algo, y siempre será por algo positivo, aunque se vea muy negro. Es la aptitud lo que cuenta.

Ya en pleno Golfo de Adén nos incluimos en un carril de seguridad para evitar en la máxima medida posible cualquier ataque pirata. Ya hemos tenido una pequeña experiencia y nos han llegado noticias de que cerca de Yibuti acaba de originarse un intento de secuestro. No voy a engañar, todos tenemos un pequeño miedo de cómo se va a desarrollar esa travesía, en una parte del planeta que se considera una de las más peligrosas, por no decir la que más. Desde Sevilla coordinan con la OTAN para que nos tengan controlados en todo momento, somos una embarcación de alto riesgo. La idea para estar escoltados es incluirnos en el primer convoy de barcos “lentos”, pero como somos tan lentos, estos nos pasarán y nos alcanzará el siguiente convoy, más rápido, hasta que nos sobrepase y acabemos escoltados por el tercer convoy, el más rápido. Esto será así si el mar lo permite, ya que una situación en la que se levantara, tendríamos que reducir velocidad y alterar rumbo, poniéndonos en peligro (aunque también hay que decir que estos piratas del siglo XXI solo atacan en condiciones de mar buenas).

El comienzo por Adén fue bueno, pero terminó mejor, voy por partes: nada más empezar empezamos a tener contacto visual con una de las fragatas que custodian la zona, pues bien, no sé si fue por curiosidad o por el buen hacer de la Fundación la tuvimos a nuestro lado durante unas cuantas horas, así quien no va a sentirse seguro. Era una fragata estadounidense. El día pasó y por la tarde apareció otra fragata, esta vez alemana. La piel de gallina cuando la vimos tan cerca, casi para tocarla y toda su tripulación en cubierta, mirándonos, haciéndonos fotos, saludándonos. Todavía no soy consciente de la sensación que causamos al vernos con ojos ajenos. Se fueron y al día siguiente la fragata americana fue substituida por una italiana, con un helicóptero en su popa. Será el tiempo de aburrimiento del que disfrutan cuando despegaron el helicóptero y empezaron a hacer vuelos rasantes entre los dos barcos. El mismo helicóptero que, creo yo, nos despertó con un “¡buenos días Andalucía!, al estilo película… Otra vez, pelos de punta, ya voy a tener agujetas en los funículos por tantas emociones.

La travesía duró unos 4 días, y en los dos últimos estuvo a nuestra vera una fragata española, la Victoria. Eso sí que fué emocionante, pegaditos a nuestro culo, defiendo lo suyo y demostrando toda la belleza como barco al ponerse a pocos metros de nosotros, casi para ver el color de ojos. Ya para rematar, el avión “Cisne” nos pide permiso para poder hacer un vuelo rasante entre nosotros y de paso tomar alguna foto. Sinceramente, apenó bastante el momento en el que nos tuvieron que dejar al irnos acercando a Omán (en la próxima entrada explicaré porqué nos dirigimos hacia allá). Son cosas que vistas desde nuestro punto de vista se experimentan de una forma distinta. Al final lo que tenía que ser un recorrido tenso terminó siendo algo totalmente distinto, distraído y seguro, como estar bajo el techo de tu propia casa.

Piratillas

Y otra vez a intentar cruzar el Mar Rojo, esta vez lo tenemos todo preparado, conocemos los límites del Galeón y no volveremos a tener otro susto. Para ahorrar tiempo decidimos hacer línea recta desde Sudan hasta el estrecho del Mar Rojo con el Golfo de Adén, (Bad El-Mandeb). Por esa zona hay unos cuantos atolones que sortear, pero con la ayuda de la sonda y la carta podemos prever lo que se nos avecina por el fondo. Al cabo de unas horas de navegación, pasando cerca de uno de los atolones más grandes vemos una pequeña embarcación que empieza a acercarse. Con el miedo de los piratas en el cuerpo empezamos a tener nuestras sospechas de que podrían ser unos de ellos. Rápidamente cojo los prismáticos y no me quería creer lo que estaba viendo por ellos. Para asegurarme de lo que no quería ver, se los paso a Guti, y me reafirma el hecho: eran 4 individuos en un trasto de embarcación, cada uno de ellos vestido de forma haraposa y con un arma de un tamaño considerable en la proa. En ese momento comienza el nerviosismo, todos los planes anti pirateo que había ensayado los comenzamos a poner en marcha. Lo primero que toda la tripulación suba a cubierta para dar a conocer la cantidad de tripulantes que somos, segundo empezar a habilitar los compartimentos laterales donde escondernos, tercero conectar todas las alarmas que disponemos para dar aviso a los centros de control anti pirateo y a llamar a los distintos teléfonos para coordinar con Londres. El puente empieza a ser estresante por la situación y la cantidad de alarmas sonando a la vez. Vemos una torre petrolífera detrás del atolón por donde había asomado la embarcación y ponemos rumbo a toda máquina hacia ella para cobijarnos. Al instante aparece otra embarcación, armada de la misma forma, tenemos una en proa y otra en popa y no sabemos muy bien qué hacer, solo correr. Nos hacen señales de que paremos pero al igual les hacemos caso, apretamos mas los dientes para darnos más prisa. Cuando creíamos que no podían pasar más cosas, se mostro otro problema: cayo la planta de energía, quedándonos sin gobierno durante unos minutos eternos en los que nos miramos pensando que es lo que ocurriría ahora. No paso nada, el generador arranco de nuevo. Seguimos con las indicaciones desde Londres y desde España para saber cómo actuar. Nuestra misión es simple, retrasar su embarque lo máximo que podamos y así dar tiempo a otras embarcaciones a que nos ayuden. Para mas rollo empiezan a intentar ponerse en contacto por radio una embarcación que no dice quienes son. Preguntan por una tal “Hispania”. Respondo a ver si por casualidad son los supuestos piratas que quieren hablar con nosotros. Al final resulta que no, que buscan a otra embarcación que se llama como ellos indican. Ya es casualidad que busquen ese nombre. Decidimos ponernos en contacto con uno barco que estaba justo al lado de la estación petrolífera para comentarles nuestro estado y de paso preguntarles a ver si saben algo de estas barcuchas. Nos dicen que sí, que ellos tienen una patrullera que defiende a la estación para que no pase nadie a menos de 2 millas. La duda sale ahora: Si solo tienen una embarcación, ¿Quiénes son los otros? A parte ¿para qué van a por nosotros si estamos a mas de 6 millas? Y lo peor, las pintas de las tripulaciones de las dos supuestas patrulleras, miedo dan.
Fueron pasando los minutos e hicimos caso de no pasar a menos de 2 millas de la plataforma a ver si se iban. Pareció que así fue, poco a poco se fueron yendo, pero nos siguieron durante un rato mas, aproximándose de vez en cuando. Al final desaparecieron, pero nuestras dudas de que fueran con otra intención siguen hoy. Pusimos rumbo al centro del Mar Rojo como nos indicaron por teléfono y así alejarnos de las posibles patrulleras que salen de Eritrea.
Fue una mezcla de miedo, incertidumbre y nerviosismo donde se comprobó que pasaría en caso de ataque verdadero. Vimos la reacción de cada tripulante, la calma aparente que mostramos fue por el bien de todos. Alguno admitió que sufrió ataque de pánico, sin poder reaccionar y otro, enfermo, para dar un toque de humor al asunto, decía que él se entregaría, que fuera como el conejillo de Indias, que con la fiebre que tenia no se iba a enterar de nada.
Como siempre, otra anécdota que se queda en eso. Nada malo nos puede pasar, este proyecto no está hecho para eso, sino para todo lo contrario, para conseguir el objetivo de vernos en Shanghái.

Despues del temporal, la calma, poco nos queda para llegar a Port Sudan, quien me diría a mi que visitaría ese país cuya bandera y situacion desconocía. Pais que estuvo en guerra civil hacia unos años y que actualmente esta en proceso de división, a parte de estar a punto de realizar sus primera votación de partido político. El atraque en la punta mas externa del puerto y sin practico a bordo ya que decía que era demasiado peligroso subir (este tio no conoce el peligro creo yo). Dandome instrucciones atracamos sin mas problemas.

Lo primero que veo son siluetas con un traje típico de la zona. Poco a poco se empiezan a acercarse y a mirarnos como seres de otro Mundo. Cuesta hacerse a la idea de que a partir de ahora nosotros seremos los raros y habrá que hacerse a su cultura. A la mañana siguiente trabajo por doquier, por una parte “escayolando” al palo y por otra parte preparando mas jarcias que refuercen todo lo que había sufrido anteriormente. Para quitarnos el calor decidimos hacer un bañito en las proximidades del puerto y ¡el resultado fue increíble! Corales y peces de colores en el puerto, nunca había visto tantísima vida en el mar, y eso que estábamos cerca del puerto, limpio eso si. Imagino lo que debe ser bucear en algún arrecife en medio del Mar Rojo…Al terminar, a una razonable, las 16.00, sin calor apenas, un bien grupo del barco nos vamos de visita a la ciudad. Como hacia tiempo que no caminábamos nos dio por llegar al centro andando, unos 6km que se hicieron amenos ya que todo nos parecía nuevo, y sobretodo el carácter sudanés , nos saludaban como si fuésemos conocidos en el país. Carros con burros como transporte por la autopista y una especie de motocarros que se parecen mucho a los tuk-tuks tailandeses. Preguntando donde poder cambiar a moneda nacional (aquí no hay cajeros) llegamos al centro de la ciudad, heladito de mango y de higo para recuperar fuerzas y directos al paseo marítimo. Andando te das cuenta de la diferencia social que hay en el país, gente muy pobre que según me dijeron vienen de tribus para hacer dinero y al final se encuentran que tienen que dormir en la calle para poder ahorrar algo, y por otra parte los que visten como los occidentales. Pues bien, una vez llegados a la vera del mar, multitud de gente sentada en el suelo, en teterias-cafeterias improvisadas.

Para integrarnos en la cuidad decidimos probar sus brebajes, una especie de café con cardamomo y otras especias hecho sobre brasas que nos puso como motos. Como blanquitos raros que somos, se nos iban acercando y mirando como bichos. Era curioso como cuando les tomabas una foto se quedaban paralizados durante el tiempo que realizabas la foto y se activaban de nuevo cuando se veian reflejados en la cámara. Para volver pillamos un motocarro que por unas 5 libras sudanesas (20 euros son unas 70 libras) nos llevaba al “hogar”, no sin antes conocer a un tipo agradable español, monitor de buceo, que nos aclaro mucho de la vida en este país.

Al dia siguiente un poco mas de trabajo en el barco y otra visita a la ciudad, esta vez por trabajo intentamos bajarnos unas cartas un poco mas actualizadas en un ciber café… inegenuos nosotros, que nos creemos que internet es un bien básico y universal… pues no, cuando llegamos a la calle de los ciber, al lado de la universidad, algo parecido a un patio interior de una finca, la electricidad se había ido, algo común aquí, y es por eso que casi todos los sitios tienen sus propios generadores eléctricos. Otro heladito para pasar el calor para hacer tiempo y de vuelta al ciber. Esta vez ya estaba abierto, pero no tarde mucho en levantar el culo cuando me di cuenta de que tenia que quedarme dos días y medio para conseguir que la descarga de las cartas. Pues nada, mi gozo en un pozo, por lo menos tendre tiempo para visitar el mercado, no sin antes hacer cambio de pasta con un comerciante en una esquina, aquí se consigue mejor cambio en la calle que en un banco. Compre 4 cosas para subsitir en caso de antojo en el barco y de paso compra de una caja de cofetea que ya probare cuando surja la ocasión.

De vuelta al barco decidimos despedirnos de un miembro de la tripulación, Dani el pájaro, que estaba haciendo un estudio de pajarracos que se encontraba por el mar. Se desembarco muy a nuestro pesar para irse a California de beca (con un poco de suerte nos pasaremos a verlo ). La despedida fue en el Hilton, si, si, un pedazo de hotel que no pinta nada en ese país. Buffet libre para 20, estábamos solos y casi acabamos con toda la comida. Como se aprecia según que comida cuando llevas varios días comiendo de lo que hay en el barco, que no es que pases hambre, pero ya gustaría algo mas de variedad, donde no se sale del arroz, pasta, patatas y algo de pan mohoso, todo eso aderezado con algo en lata para darle buen aspecto, y lo mejor, sin restricciones a la hora de postres de todo tipo. Con esto quiero dar un hurra a Manolo, nuestro cocinero que de la nada saca un sabor que ni Arguiñano . El momento a destacar fue a la hora de pagar donde los 20 salvajes intentábamos pagar con euros y que al principio no aceptaban. Quedo en un poco de descontrol, nada mas. Para terminar la noche, con el poco dinero que nos sobro pillamos 7 tuk tuk con la condición de que nos llevaran hasta el barco compitiendo entre ellos. Maldito fue el momento que se lo dijimos ya que los adelantamientos que realizaban de tres en tres entre camiones no son aconsejables para cardíacos. Llegamos a la entrada del puerto con nuestros choferes pitando y que a punto estuvieron de ser amonestados por las autoridades portuarias (todavía se me ponen los pelos como escarpias al recordar la velocidad de las maquinas y seguir vivos)

Nos despedimos de Sudan con una alegría en el alma por haber conocido un país que nos ha proporcionado tanto con tan poco.